Una ciudad llena de historia y arquitectura, que al pasar los años se vio sumida en la desigualdad, dividida entre dos mundos, uno con beneficios y estabilidad económica y otro consumido en la oscuridad.
Toda la hermosura que por décadas se ha mantenido, siendo su fuerte el turismo arquitectónico, guarda un secreto a voces. Un pueblo, una sociedad sumida en la pobreza, el alcohol, las drogas y la violencia hoy lucha y sufre en silencio, esta es la ciudad escocesa de Glasgow.
En la actualidad esta ciudad ha sufrido por variados términos, a los que se le suma una crisis de relevancia mundial “la crisis de la basura”.
Un problema que parte por «años de falta de presupuesto o capital» y «gran rigurosidad en el cumplimiento de normas morales” ha dejado a «la ciudad sin la capacidad de hacer frente a la contaminación», explicó Sean Baillie, coordinador general en Escocia del mismo sindicato, que representa a los servicios de limpieza.
En medio de esta crisis, la ciudad se convertirá en la anfitriona de la pronta COP 26, la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático. Mucho se ha especulado sobre esto, pues los ciudadanos anuncian que la ciudad no está preparada, así lo afirmó EFE, representante del sindicato GMB en los servicios municipales de limpieza de Glasgow, Chris Mitchell «Glasgow está en medio de una crisis de basuras y desafortunadamente no creo que la ciudad esté preparada para albergar ningún tipo de conferencia”.
Se asume que estas crisis y conflictos se deben a una gran desigualdad económica, ya que la ciudad posee una tasa de pobreza infantil de aproximadamente un 32,2%. A pesar de esta gran alza «Los líderes que acudan a Glasgow verán una ciudad totalmente diferente de aquellos que viven aquí», menciona Baillie. Un ejemplo de esto, se verá reflejado en la estadía de los más de 20.000 delegados acreditados que estarán en la COP 26, quienes disfrutarán de un perímetro de seguridad, además de transporte público gratuito.
Muchos críticos han mencionado que el hecho de que la ciudad sea anfitriona de la COP 26 es una mera pantalla para la municipalidad, una mano de pintura que pretende tapar las graves crisis por las que está pasando la ciudad. Puesto que activistas como Elli Harrison, de la ONG «Free Our City», llevan años en campaña para que los vecinos de Glasgow tengan acceso a una tarjeta única para utilizar en autobuses, trenes y el metro.
Los vecinos de la ciudad piden un cambio en la cumbre del clima «tiene que cambiar algo, no podemos permitirnos no cambiar la forma en la que vivimos y trabajamos».
La cuestión está en saber si la conferencia realmente podrá visibilizar los grandes problemas por los que está pasando la ciudad.